Yo vengo de una tierra muy parecida al Edén

Yo vengo de una tierra
muy parecida al Edén,
entre ríos y montañas
y quiero darla a conocer.

Encontré a don Camilo
enrumbaba pa’ Buena Fe,
al cruzar por mi camino
enseguida lo saludé.

Siendo hombre andariego
va sin rumbo por doquier,
monta burro, caballo
en bicicleta o a pie.

No conozco su procedencia
naidien sabe de donde es,
para espantar las dudas
hoy mismo le preguntaré.

–Güenas tardes don Camilo
en tiempo que se deja ver,
de bajo de este tamarindo
quiero conversar con usted.

De años somos amigos
no me acuerdo cuando jue,
creo que en algún rodeo
lo vide por primera vez.

Montaba chúcaro potro,
arisco negro corcel,
por más que caracoleaba
ninguna vez pudo caer.

Aprietando bien las crines
con la juerza de su ser,
se mantuvo firme arriba
logrando a si prevalecer.

Recuerdo a dos bandidos
que lo quisieron someter,
enfrentó a esos forajidos
sabiéndoles responder.

Se abalanzó uno primero
intentándolo sorprender,
esquivó el ataque fallido
el fulano lo vi descender.

Saltó er filudo machete
listecito pa’ acometer,
dos planazos en la espalda
y se echaron a correr.

Demostrando valentía
bravura supo imponer,
montubio recio y bragao
como muy pocos se ven.

Cualquier trabajo realiza
sembrar, regar o recoger,
la ociosidad no conoce
nunca le falta que comer.

Siendo amigo sincero
correcto en su proceder,
quiero saber don Camilo
¿de dónde ha venido usted?

–Yo vengo de una tierra
muy parecida al Edén,
entre ríos y montañas
que hace tiempo la dejé.

En la negra madrugada
cuando er sol va a nacer,
clarito cantan los gallos
anunciando el amanecer.

Y cuando las vacas mugen
el ordeño habrá que hacer,
leche fresca y calientita
y espumosa hay pa’ beber.

Las gallinas cacareadoras
anuncian que van a poner,
entregan el huevo diario
fruto de su propio ser.

El burrito trabajador
cumplidor con su deber,
lleva a lomo la carga
sin prieguntar el porqué.

Yo vengo de una tierra
que no deja de florecer,
lo que se siembra produce
arroz, cacao, soya, café.

Jartos frutos tropicales
pechiche, cauje, canistel,
piñas, naranjas, guayaba
zapote, caimito y mamey.

Fragante jardín colorido
hay variedad pa’ escoger,
rosaledas, lirios, jacinto
jazmín, hortensia y clavel.

Brotan plantas medicinales
ruda, sábila, llantén,
uña de gato, tamarindo
verdolaga y escancel.

Yo vengo de una tierra
de tempestades al granel,
nos inunda, nos ahoga
y nos hacen padecer.

Los inviernos son inviernos
a cantaros viene a llover,
se hinchan los flacos ríos
raudos empiezan a correr.

Tumban los viejos puentes
los muros no quedan en pie,
anegando nuestros sembríos
naidien los puede detener.

Pero también traen alegrías
el pescador saca en su red,
guanchiche, dama y dica
hay abundancia por doquier.

Fresca lluvia agua bendita
nos trae la vida al caer,
transformando los desiertos
haciéndolos reverdecer.

Yo vengo de una tierra
cultivadores de su saber,
con el verso en amorfino
enamoramos a la mujer.

Al pasar una montubia
rimas hay que componer,
demostrando galantería
la intentamos convencer.

–Señorita no la conozco
pero la quiero conocer,
porque me está gustando
su bonito proceder.

Ese lindo pelo negro
azabache que tiene usted,
retinto bien parecido
al oscurecido café.

Si acepta mis cumplidos
¡juro! la voy a querer,
formaremos nuestro nido
en las ramas de un laurel.

No le ofrezco riquezas
sólo tengo mi chalet,
con mis pollos y gallinas
muy felices hemos de ser.

Yo vengo de una tierra
mucha sangre vi correr,
en las luchas liberales
peleando junto al coronel.

Mi coronel Nicolás Infante
aguerrido en su proceder,
antes que pedir amnistía
él prefirió morir de pie.

Después Pedro J. Montero
los sabanales hizo arder,
anduvimos de montoneros
hasta morir o vencer.

Yo vengo de una tierra
que todos deben conocer,
de montubios campesinos
orgullosos de su proceder.

Gabriel Paredes
guayaquileño; 1962-