En la inauguración de su estatua
Señor de la oración y el pentagrama:
El cariño de un pueblo te rodea,
Y al pie del bloque en que te encarna ondea
La irisación triunfal de su oriflama.
Enardecida la ciudad te aclama,
De su pecho viril hace una tea,
y se juntan el fuego de la Idea
Con el himno sonoro de la Fama.
Maestro de la nota y el lenguaje:
Así traduce Guayaquil su anhelo
De erigir una estatua en tu homenaje,
–Donde la luz del trópico sonría–
Con el cóncavo mármol de su cielo,
Y el undívago bronce de su ría !
Arroyo del Río
guayaquileño; 1893-1969