Pan en la siesta

Surca el hondo remanso la piragua,
al pie del umbroso platanal esbelto,
cuyo follaje satinado y suelto
copia en su seno tembloroso el agua.

Adren las playas, al fulgir de fragua
del sol estivo; y, en la luz envuelto,
relumbra, en chorros, el raudal, disuelto
sobre un áspero lomo de cancagua.

Como dormidos en la siesta ardiente
yacen los campos: y, en el haz de grana
del llano, esplende el implacable estío.

Y cruza y riega en el cristal luciente
del Esmeraldas, su sonora gama
el mirlo negro, trovador del río.

César Borja
guayaquileño; 1851-1910