la playa que se alarga en tonos grises
y en lontananza juegan cien matices,
del verde-añil hasta el azul-turquesa.
Entre espumas, la ola al mar regresa
y hambrientas aves júntanse, felices;
mar afuera, gaviotas aviatrices
se zambullen en busca de una presa.
Un enjambre de rústicas canoas,
desafío de la ola y lo profundo,
a tierra enfila sus obtusas proas.
El viento silba en un perenne adagio
y ante la eterna admiración del mundo
el sol repite su seudo-naufragio.
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010
guayaquileño; 1934 - 2010