El lecho

Este lecho de hierro testigo es de mis sueños
de oro y rosas de niño. Hoy mi hijo duerme en él.
Familiar beben serle mirajes halagüeños:
en su boca las hadas viértenle, acaso, miel.

Como perla en la concha, su cabeza en la ropa
descansa suavemente, llena de languidez;
y mientras mi cariño solícito le arropa,
el mismo éxodo miro por milésima vez.

Después de algunos años le vendrá muy estrecho
y tendrá qu dejarlo por otro nuevo lecho:
vivir es ir cambiando de lechos, nada mas.

El último, el postrero, el que da un sueño manso,
lo hallamos bajo tierra: la tierra es el remanso
supremo de la vida que se agita en su faz.

Alfonso Moreno Mora
cuencano; 1890 - 1940