Leopardi

En su alma sin fondo pusieron los dioses
nostalgias sin nombre, cenizas de hielo;
del sediento Tántalo tormentos atroces,
del ave sin alas las ansias del vuelo.

Medita, interroga y exclama; qué voces
las suyas esparcen sollozos de duelo;
y lanza rugiendo clamores y adioses,
rebelde a la tierra; proscrito del cielo.

Sus cláusulas de oro, sus límpidas rimas
esconden la sangre del cáncer, su llaga
con sándalo ungida desangra sensible.

¿Si habrá nuevos astros y plácidas cimas,
do acierta el poeta que huérfano vaga
hallar la divina belleza imposible?

Remigio Crespo Toral
cuencano; 1860-1939