Y yo aún no sé cómo se llama

A Wayne Kemp

Aunque son años desde ese día
recuerdo aún cómo se veía
la noche que la invité a bailar.
Hablamos de todo, luego de más
y al despedirnos dijo «si te vas
espero que volvamos a quedar».

Amanecí con esa sonrisita
y la llamé para agendar cita
apenas terminé de desayunar.
Pero un recuerdo se me esconde
cuando al teléfono me responde:
de su nombre no me puedo acordar.

Pues arece que está permitido
que aunque un nombre esté omitido
puedan dos igual llegarse a gustar.
Cuando es una cuestión de instinto
una rosa por un nombre distinto
aún podrá su cariño entregar.

Y a pesar de lo que no sabía
esa relación igual florecía
hasta que con la rodilla doblada
yo le entregué un viejo anillo
que escondía tras su flojo brillo
una inscripción que no decía nada.

Mas pensé que sería informado
estando ya frente al abogado
que iba a unirme con mi dama,
pero después de que ella firmó
cuando por mí el juez le preguntó
dijo ella «no sé cómo se llama».

UPF, 5 de octubre de 2015

Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987 -