Subiste al sol en tu vuelo hasta la hoguera;
bajaste al oro de tu noble entraña;
y, heredera del lábaro de España,
pusiste amarillo en tu bandera.
Arrancaste un jirón al cielo que era
azul, como el delirio de tu hazaña;
y con el mar, que tus orillas baña,
simbolizaste tu alma sin frontera.
Después de tres centurias de secuestro,
bajo el yugo mortal que te oprimía,
te alzaste libre, para orgullo nuestro.
Sangró tu corazón en la contienda
y el lino que tiñó tu bizarría
flota en tu pabellón como una ofrenda.
Pablo Hanníbal Vela Égüez,
guayaquileño; 1891-1968