Guayaquil, rostro de oro [fragmento]

Para hablar de tu fuerza limpiamente
como es habla de Dios o la esperanza;
para besar con aire de poesía
el rebelde perfil de tu nobleza;
para alcanzar la luz de tu horizonte
en el amable cielo de la patria,
hay que fundir el río cotidiano
a esta indecible catarata hundiéndose
en el profundo resplandor del alma…
El fuego –catarata de los siglos–
vibra en la roja piel de mis palabras.
¡Alzo el fuego por ti. Sí, que me dejen
calcinarme en el fuego de tu gracia!

Rostro de Sol tan puro de la patria,
¡cómo no amar tu altiva frente heroica,
tu bandera de Octubre –albiceleste
pabellón de la gloria libertaria–!
¡Cómo no amar la bella dulcedumbre
del Guayas que circunda tu costado
y el torrencial fervor de las amargas
espumas melodiosas de tu Estero!

Tan única como eres y tan mía,
tan generosamente hospitalaria,
tan liberal y pura en tus empresas,
tan laboriosa, tan sincera y clara,
¡cómo no atar tu signo a las raíces
de esta entusiasta devoción de mi alma!

Ileana Espinel Cedeño
guayaquileña; 1931-2001