No pude con Baldor

Allí viene el profesor
con el libro de Baldor:
–Pase a la pizarra señor,
se lo pido por favor.

–Al instante voy mi profe
yo le dije muy valiente.
Yo no sé lo que pretende
y por qué es que a mí me escoge,

pero pensé de repente:
para escapar del dilema
deberé salir en quema
y ansiosamente al recreo.

Pero era imposible
desoír la orden dada.
Todos sabían que yo estaba
en mi afán de retirada.

Dando frente al pizarrón
el problema revisaba
sin saber si acertaba
a hacer funcionar la razón.

Sin lograr concentración
que el problema exigía,
yo esperaba una canción
que cual una melodía

me llegara a los oídos
para dar por concluidos
estos minutos tan largos
y estos ratos tan amargos:

era el timbre de inspección
que me diera salvación.
Pero tampoco llegaba.
y en esa pizarra verde
ya tan pálida y gastada
veía que se acercaba
el maestro con su tiza
y sonriente dibujaba:
«Otro año más que este pierde».
Hay que darle una paliza
con una beta precisa
como para que se acuerde.

Quise borrar la figura
del profesor decidido
a poner la nota dura.
Pero vean qué amargura
y qué insatisfacción
al ver que al profesor,
allá en la Inspección
se le había confundido
el bendito borrador.

Al fin, compadecido
del desastre ocurrido
apostó que me bajaba
de las nubes en que estaba,
y me dijo que esperaba
que me dedique a estudiar.
Cabizbajo yo pensaba
cuando me iba a sentar:

¡Yo me voy a dedicar!
Que me sirva esta experiencia.
estudiaré mucho esta ciencia
con esmero e interés
y no dar en la insolvencia.
para que esta negligencia
no se repita otra vez.

Wil Torres,
piñasiense; 1949