A una dama imaginaria

Qué linda cara que tienes,
válgate Dios por muchacha,
que si te miro, me rindes
y si me miras, me matas.

Esos tus hermosos ojos

son en ti, divina ingrata,
arpones cuando los flechas,
puñales cuando los clavas.

Esa tu boca traviesa

brinda, entre coral y nácar,
un veneno que da vida
y una dulzura que mata.

En ella las gracias viven:

novedad privilegiada,
que haya en tu boca hermosura
sin que haya en ella desgracia.

Primores y agrados hay

en tu talle y en tu cara;
todo tu cuerpo es aliento,
y todo tu aliento es alma.

El licencioso cabello

airosamente declara
que hay en lo negro hermosura,
y en lo desairado hay gala.

Arco de amor son tus cejas,

de cuyas flechas tiranas,
ni quien se defiende es cuerdo,
ni dichoso quien se escapa.

¡Qué desdeñosa te burlas!

y ¡qué traidora te ufanas,
a tantas fatigas firme
y a tantas finezas falsa!

¡Qué mal imitas al cielo

pródigo contigo en gracias,
pues no sabes hacer una
cuando sabes tener tantas!

Juan Bautista Aguirre, S.J.
dauleño; 1725-1786

A Juan Montalvo

(Al inaugurar su busto en la Universidad de Guayaquil)

El Genio, en tu razón, prendió una tea,
fue el Dolor, para tu alma, un acicate;
el rasgo de tu pluma, era el combate,
la vibración de tu alma, era la idea,

Mente que forja, voluntad que crea,
cerebro que arde, corazón que late,
ariete formidable a cuyo embate,
la roca del prejuicio se cuartea.

Ni una huella de sombra, ni un desmayo
de luz. Para escribir sobre la altura
de los siglos, tu nombre y tus afanes,
presta su pluma refulgente el rayo,
el celaje purísimo, su albura,
y su tinta de fuego, los volcanes !

1938 

Arroyo del Río
guayaquileño; 1893-1969

Dios, patria y libertad

El amor a la patria es el primero
y el don de libertad es sin segundo
Dios le dio patria y libertad al mundo
y en Dios, a patria y libertad venero.

Es patria y libertad cada lucero
y, en cada estrella de azul profundo,
el Dios refulge del amor fecundo,
patria de luz del universo entero.

Es astro tierra que, en el libre espacio,
como un globo de nácar y topacio
marcha hacia el norte en cadencioso vuelo;

es, ¡oh feudales de la guerra insana!,
la patria libre de la especia humana
en la armoniosa libertad del cielo.

César Borja
guayaquileño; 1851-1910