Holocausto

Tu rostro se adueño de mi mirada
como el imán se adueña del acero;
de tu gracia en la espléndida alborada
mi vida se apagó como un lucero.

Tu belleza, tu magia, tu perfume,
me enfermaron de lánguida inquietud;
cual cirio que ante una ara se consume
ante tu vida ardió mi juventud.

En el jardín de tu impecable encanto
tembló la rara orquídea de mi llanto,
se desangró en el clavel de mi pasión.

Si algún día te alejas de mis playas,
¡oh amor, a donde quiera que tú vayas
irá el fantasma de mi corazón!

Verdi Cevallos Balda
portovejense; 1908-1991