Mírame doblado por la ausencia
de esa risa que intercambiamos
muchas veces sólo con mirarnos
i otras sólo por tu presencia
que regalaba la apariencia
de una cálida luz tan bella
que a su paso, caída estela,
brillando cual cumplido destino
marcaba fielmente el camino
a la dulce sonrisa de ella.
No sé por qué debió ser así, i
ya es tarde para entenderlo,
será quizas mejor esconderlo,
eso que no bastó pero te dí
creyendo que tú serías feliz
estando yo siempre a tu lado,
ayudándote i contemplando
en tus ojos un triste vacío,
convirtiendo tu temor en mío,
dándote siempre firme la mano.
Ilusión, yo te he ya perdido
porque aquella luz que brillaba
no debió ser nunca encontrada
por estos ojos ciegos i heridos--
era para otro que, escondido,
hacerte miserable trataba
i a él has tú ya elegido--
yo seguiré fiel a mi camino,
más feliz por haber compartido
aunque brevemente, tus miradas.
Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987