El parpadeo de un suspiro
que te dedica el tabaco
ya enredado en el vino
que nos regala buen Omadio
marcha con tino a tus brazos
i, una vez ahí, se duerme
para esfumarse sollozando.
¿Por qué tendrá que disolverse
para irse así, dejando
ése, mi olor a deseo,
i el color que da tus brazos
para sentir que ya te beso
cuando aquel humo tan blanco
termina enredado en tu pelo?
Fines de 2006
Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987