Siento no haberte visto,
cuando tendiste la mano
yo caía ya perdido.
Me sentía olvidado;
ahora sé lo que tuve
pero ya te has marchado.
Lástima que yo no pude
verte feliz a mi lado
pero no puedo olvidarte.
Ni sé tenerte conmigo
ni espero ya encontrarte...
Quizás es así el destino,
o quizás deba esperarte,
sólo en mi oscuro frío.
Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987