El becerro cenizo

Sale silente el becerro cenizo
que susurra al suelo sus deseos:
ser eral seco, serio, bravío;
acometer boyante i certero.

Trepa el trote, trata el varetazo,
fuertemente, trotón tira suerte
sin recelo acepta ser citado,
tan celoso pronto le acomete.

¡El abrochando, mortal, lo prende!
Cae montera zaína al suelo.
Desgarrado desangra el torero,
cae entre el polvillo, deshecho.

Mas vuelve el becerro a sus sentidos,
se abreva i luego se acorrala:
pronto, pronto al torero bendito,
ya muy pronto le pedirá talla.

Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987