El heroísmo de los defensores

Todo estaba tranquilo en las Montañas
donde las Grandes Aves tienen Nido.
Más allá de las cumbres y las nubes
su majestuoso vuelo era tranquilo
porque miraban hacia abajo un Pueblo
laborioso y pacífico.
Pero de pronto desde el sur llegaba
en una nube negra un sordo ruido
y la Montaña se llenó de espanto:
por sobre la Mansión de los Nativos
aves extrañas de ruidosas alas
están volando en círculos
graznando fuego y plomo,
del Cóndor invadiendo el Nido mismo...

¡Es huáscar que regresa en sed de sangre
y monstruos infernales trae consigo!

Pero el Ave contempla con Orgullo
cómo defienden el Solar Nativo:
que Quien tiene el Derecho a Su lado
no guarda si son más los enemigos
y con Valor iguala y aventaja
al invasor artero y famentido.

I el vuelo majestuoso de los Cóndores
aplaude en Regocijo:
vuelve Atahualpa, vuelve Rumiñahui,
centuplicados en Valientes Hijos
y más allá los Andes hacen coro:
¡Ecuador por los siglos de los siglos!

Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño, 1934 - 2010