Tú, Juan Pablo II, que le has dado
la mano a tanto miles de cristianos,
imposible recuerde a qué humanos
perteneces las manos que has tocado.
Pero aquel que tu mano haya estrechado
jamás recordará las otras manos
que en la vida le dieron sus hermanos
¡sino la tuya, Paternal Prelado!
Yo soy uno de aquellos que gozoso
sentí tu mano, luz santificante
(cual la de Paulo VI, bondadoso).
Pronto vendrás, Pontífice viandante
¡y evocaré, al mirarte, silencioso,
de tu mano el calor vivificante.
Febrero de 1986
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010