perdida en la distancia la mirada,
el águila medita, sojuzgada:
como el cuerpo, su espíritu desecho.
El lustroso plumaje está maltrecho;
su ala, por mano cruel fue recortada
y al vuelvo ya no luce desplegada,
de escurridizas presas al acecho.
I al verla así rendida, domeñada,
veo en ella el reflejo de esta raza
un poco más allá diseminada:
cuántos miro pasar, en mala traza,
tambaleantes, la mente alcoholizada...
y quien cortó sus alas, lo rechaza!
Cabañas del Lago, 11 de abril de 1986
Francisco Pérez Febres-Cordero
Guayaquileño; 1934 - 2010