Enero reverdece en la pupila,
resucita en la faz del calendario
y une el presentimiento del sudario
al bautismal recuerdo de la pila.
Enero mira atrás la larga fila
de adioses y extensiones del Calvario;
y adelante... ¡lo mismo! ¡Qué ordinario!
El futuro en ayeres nos desfila.
En cada día me regresa enero.
Una pena termina y otra viene;
se marchita una rosa en el florero
y otro botón en el jardín adviene.
Enero de mías días agorero:
nunca te vas y nada te detiene.
1970
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010