Vamos, vamos, hermanos:
¡adelante y arriba!, es la llamada.
No hay que bajar los brazos:
si las cosas van mal, ¡a mejorarlas!
Si tuvimos paciencia
con quienes prometieron a sus anchas
arreglarnos lo nuestro
y sólo se ocuparon de sus arcas,
vamos a hacer el cambio
que nos redime y lleve en escalada
y por fin nos libere
de los que únicamente hablan y hablan...
Quien más habla más miente.
I las mentiras ya son demasiados.
Todavía esperamos
que la tierra en buen uso se reparta.
Todavía mordemos
un pan que amargo y duro nos amasan.
Todavía vivimos
remendando un salario que no alcanza.
Todavía nos llueve
porque el techo no existe en nuestras casas.
Pero ya no es hora
de lamentar la burla descarada:
vamos a dar el paso
que nos saque por fin de esta marasma.
¡Vamos, vamos, hermanos!
No hipotequemos más nuestros mañanas.
Unamos nuestros brazos
para fortalecernos la esperanza.
Recordad: ¡nuestros hijos
no nos perdonarán si se les falla!
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010