A Carlos y Sarita Cucalón
¡Bendita la hermosura de la vida
que al mirarla me deja sin aliento!
I la paz interior con que alimento
mi espíritu y mi mente, ¡bienvenida!
Dios me dio inteligencia: ¡bendecida!:
me hace libre y me da discernimiento
para ver sin rencor al sufrimiento,
la cicatriz sin recordad la herida.
Me quitarán los seres que he amado
y no la dicha que su amor me ha dado.
La vida nos la prestan, bien lo sé.
No habrá amargura cuando legue el día
de devolverla a Dios; y todavía,
aunque Él no me reciba, lo amaré.
11 de junio de 1987
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquil; 1934 - 2010