En guerra

A mis hijos

Estoy en guerra.

Estoy en guerra eterna con la vida.
Con el reloj despertador tirano.
Con el diario de lúgubres noticias.
Con el nudo buril de la corbata.
Con el horario que hasta nos limita
nuestras meditaciones y tristezas,
nuestros esparcimientos y alegrías.

Estoy en guerra.
Contra la sociedad de leyes míticas
que el dinero y la alcurnia despedazan
y nos hace ejercer la hipocresía:
escuchar las sandeces de un amigo;
exclamar, sin sentirlo, buenos días;
y recibir al pícaro y al fatuo
con falsa e hiperbólica sonrisa.

Estoy en guerra.
Con este mundo lleno de injusticias.
Con el que abusa de su fortaleza,
sea económica, moral o física;
con la desidia que al progreso frena;
con ele que ve al futuro con miopía;
con aquel que malgasta cuatro reales
mientras de hambre mil seres agonizan.

Estoy en guerra.
Conmigo mismo, porque en esta cínica
aventura fugaz que es la existencia
tengo el descaro de escribir poesía;
por mi empeño en nadar contra corriente;
los empujones y los egoísmos,
amo al género humano todavía.

Estoy en guerra.
Y aunque la tengo desde ya perdida
irremediable y decisivamente,
porque siempre enterrado uno termina,
voy a seguir luchando sin descanso.
Que la derrota poco significa
cuando se ha batallado honradamente
y se conserva la conciencia limpia.

Junio de 1966

Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010