La encina

La luna llena que miró asombrada
la vieja encina desde la pradera,
fue la más bella que ella nunca viera
¡i en la noche otoñal quedó extasiada!

--¡Ay! ¡Cuánta noche azul desperdiciada!
Ni por todas las lunas que antes viera
-- incluso si en sólo una las reuniera --
fuese la de esta noche superada;

si pudiera aunque sólo levemente
rozar su halo de luz, ¡renacería!"
dijo la vieja encina, ingenuamente,

sin pensar que el esfuerzo que hacía 
por alcanzar la luna, inútilmente,
¡sus raíces del suelo desprendía!

Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010