de pretender asir con una mano
lo más inasequible y más lejano
con mi escaso poder y mi estatura.
Yo vivo padeciendo la tortura
de quererme llamar del mundo hermano,
cuando es corriente ver a un ser humano
pisando al prójimo buscar altura.
Yo vivo en una eterna paradoja:
instinto de águila en reptil cautivo,
ansia de flor en aptitudes de hoja,
voz sin palabra, átomo inactivo
en mi cero absoluta. Y la congoja
mayor de ser aunque no soy, ni vivo.
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010