que me daría inmenso, eterno amor;
y fue a la Madre del Creador, María,
a quien la había pedido con fervor.
Y al recibir después, con alegría,
de ese cariño el fruto a arrobador,
fue Laura por la madre y fue María
de la Virgen Santísima en honor.
Por tí supe lo que es amor paterno:
dulce alegría, ínclita emoción,
un no sé qué en el alma, muy,
muy tierno,
una íntima y azul preocupación...
y la certeza de que el Padre Eterno
nos ha dado su dulce bendición.
1963
Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010