Simón Bolívar

En memoria de
Ismael Pérez Pazmiño

I

Brilla el sol. En San Pedro Alejandrino
pierde un guerrero su postrer batalla
entre el mar que acaricia una gran playa
y el impotente murallón andino.

No se escucha el rugir de la metralla
ni se ve del combate el torbellino:
es la invencible mano del Destino
que la enérgica voz de un hombre acalla.

Olvidado por todos, expatriado
y perseguido cual abyecta fiera
por quienes patria y libertad ha dado,

Simón Bolívar en su lecho espera,
aunque lleno de pena, resignado,
que la Muerte dé fin a su carrera.


II

Murió. La inexorable y fuerte mano
de la Parca, blandiendo su guadaña,
segó la vida del que al León de España
expulsó de este suelo americano.

Murió quien, fuerte, ejecutó la hazaña
de libertar a un pueblo del tirano
gobierno de un imperio asaz lejano
en cruenta, fatigante, audaz campaña.

Murió. Pero persiste su memoria
en los países libres de la América
testigos de su genio y de su gloria.

Y aquí y allende el mar en tierra Ibérica
y en todo el mundo, ensálzalo la Historia
y admiran todos su figura homérica.

(Estos sonetos obtuvieron el Primer Premio en un concurso promovido por la Academia Literaria Hermano Miguel, del Colegio San José de las Hermanos Cristianos, en diciembre de 1952.

Francisco Pérez Febres-Cordero
guayaquileño; 1934 - 2010