Soneto a Castella

A porta gayola le recibe.
Con el aire del péndulo abre,
lo pasa pegado y le sigue
con pies quietos, gaonera cae.

Lo lleva al caballo y le pican.
Lo saca con gesto iracundo.
Un par de banderillas le atizan
y él reclama que ya fue mucho.

Ahora torea de muleta
pies y miradas gélidas, firmes;
la espada extendida le besa,

y queda, la muerte le recibe;
loable la gesta viril queda
en la muleta ajena y sensible.

Febrero de 2013

Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987 -