¡Señor! ¡Cristo mío! Soy montubio
pobre como huesos a la muerte
y no tengo pa' ti más ofrenda
que rogarte del que a mi zurda
necesita, señor, tu milagro,
porque ya no basta mi consuelo.
En pobre llanto me desconsuelo—
la salud del niñito montubio
sólo volverá con un milagro.
¡Míralo en la sombra de la muerte!
¡Ésta lo posee con su zurda!
¡Su dolor es a mí su ofrenda!
Y si es que no hay mejor ofrenda
para ti, ¡mi señor del Consuelo!
¿Té bastará esta vida zurda?
¿O mi fiel pobreza de montubio?
Que ya ni la sombra de la muerte
alegrarme puede en su milagro.
Pero si me haces el milagro
de curar a mijo con mi ofrenda,
¡haré plegarias hasta la muerte,
de rodillas! Y si el consuelo
tuyo lo quiere, este montubio
te entregará hasta la zurda.
Y el machete rozó a la zurda,
y al niño le rozó el milagro;
de rodillas cayó el montubio
y avanzó hasta que la ofrenda
fue la propia sangre que el consuelo
arropó en diez leguas a la muerte.
Mas el niño abatió a la muerte
gracias a los dedos de la zurda;
y en su salud halló su consuelo,
del salvador Cristo, su milagro.
A cambio de su vida en ofrenda
fue salvado po' el padre montubio.
El Montubio marchó a la muerte,
y cinco dedos de ofrenda zurda
velan el Milagro del Consuelo.
11 de septiembre de 2012
Jorge Luis Pérez Armijos
guayaquileño; 1987 -
porque ya no basta mi consuelo.
En pobre llanto me desconsuelo—
la salud del niñito montubio
sólo volverá con un milagro.
¡Míralo en la sombra de la muerte!
¡Ésta lo posee con su zurda!
¡Su dolor es a mí su ofrenda!
Y si es que no hay mejor ofrenda
para ti, ¡mi señor del Consuelo!
¿Té bastará esta vida zurda?
¿O mi fiel pobreza de montubio?
Que ya ni la sombra de la muerte
alegrarme puede en su milagro.
Pero si me haces el milagro
de curar a mijo con mi ofrenda,
¡haré plegarias hasta la muerte,
de rodillas! Y si el consuelo
tuyo lo quiere, este montubio
te entregará hasta la zurda.
Y el machete rozó a la zurda,
y al niño le rozó el milagro;
de rodillas cayó el montubio
y avanzó hasta que la ofrenda
fue la propia sangre que el consuelo
arropó en diez leguas a la muerte.
Mas el niño abatió a la muerte
gracias a los dedos de la zurda;
y en su salud halló su consuelo,
del salvador Cristo, su milagro.
A cambio de su vida en ofrenda
fue salvado po' el padre montubio.
El Montubio marchó a la muerte,
y cinco dedos de ofrenda zurda
velan el Milagro del Consuelo.
11 de septiembre de 2012
Jorge Luis Pérez Armijos
guayaquileño; 1987 -