Cuartetas al Sr. Fernando Artieda recitando

Aborda el proscenio a paso calmo;
suelta dos sílabas y arrancha una risa.
Se le abren los brazos como un albatros
y vuela con sus versos de rima fina.

Nos susurra unas gotitas de perla,
ladea una mano y le declama,
se levanta su voz y truenan las mesas,
despierta a los grillos y sus guitarras.

Arronca la voz por subrayar su énfasis,
señala al horizonte con la palma,
palpitan sus luceros bajo el éxtasis
de los últimos versos que se arranca.

Al final se sonríe con picardía;
contento, nos saluda a cortos plazos.
Vuelve hacia su silla, que ya está fría,
y nosotros lo arropamos en aplausos.

14 de junio de 2012

Jorge Luis Pérez
guayaquileño; 1987 -