Ángel de luz

Ángel de luz, de aromas y de nieves,
mancho tus labios con flores de ambrosía;
tus pupilas románticas auroras
que en oriente serán el albo día.

Dentro tu pecho guardas conciertos
de notas, perfumes nardos de flores, albor.
Mi pecho es un sepulcro de rosas marchitas,
reanima esas flores con besos de amor.

Reina de lirios, en tus rizadas crenchas,
nido de seda dó duermen las camelias,
deja que pose mis glaciales labios
que están enfermos por falta de tu amor.

Los labios que no besan son pétalos muertos,
son himnos sin notas, son astros sin luz;
los pechos que no aman son noches polares,
sarcófagos tristes dó alberga el dolor.

José María Sáenz o Benígna Dávalos