Primer premio del Ismael Pérez Pazmiño de 1986
I
Mi voz que se escucha en tu garganta
te mide y nombra
No deja de pronunciar tu aliento y tu cuerpo
Un pájaro negro como el amanecer
acomoda nuestros cuerpos y evita que caigan
recibe la luz entre sus alas
y nuestro abrazo es el nido donde él conoce la vida
Despierto en tu mirada que se desnuda en mí
Despierto en tu cuerpo que facilita todas las posibilidades
para no morir
En mi sangre hay gente que grita y ríe
que lanza lejos sus campanas
En mi cuerpo hay animales que flotan
tú los amotinas y ordenas
II
El hombre girasol cae al fondo limpio de la dudad
donde los autos engrasan la mirada
El hombre girasol se levanta como océano
que sale a tender sus peces y olas
He extraviado la memoria de las piedras
que nuestros cuerpos lavaban
He tomado un camino que me regresa al amanecer
que no permite lavar la memoria
Te he atraído sobre mí despegándote del infinito
y bebiéndote a grandes ríos en mi pecho
Uso mi aliento a los grandes murales de vidrio
que me separan del mundo
Estoy desnudo ¿No me veis?
mi mirada ha caído recogedla si deseáis
mi aliento se acuclilla a reconocer nuestros casos
¡Golpeadlos! ¡Hacedlos girar!
que vuelen como astros
y rompan los cristales del día
Si la voz que nos sostiene cesa
caeríamos al fondo de las cosas
al sitio donde no es posible la caída
III
Para pasar de un hombre al hombre
no basta con mecernos en su columpio
o pecar junto al hombre
Hay que conocer la cicatriz oculta por su rostro
e ir de pecado en pecado
pecando dentro de él
Las cicatrices median en el paso del pecado al pecado
El instante que pasa
no duele tanto
como el pecado de no pasar del pecado al siguiente pecado
Los océanos y cielos vuelven a caer dentro de sí
Nosotros ya no caemos
Una cicatriz nos sostiene
como receta posterior a toda caída
El hombre tiene tres columpios para mecerse
y una cicatriz entre columpio y columpio
que está entre el primer y segundo columpio
o entre el segundo y el tercero
o aún entre el primero y el tercero
pero nunca entre los tres
IV
Los soldados se aliviaron pronto de la fiebre
recibieron el fresco motín de tu sonrisa
Por la temperatura descendió el amanecer
como una serpiente lenta
que desnuda su cuerpo de la noche
Los soldados fugaron de la tierra por el tendido de las nubes
patinaron sobre el espacio de los abrazos
y el ascensor de la montaña los condujo a la estación
Los gladiadores que luchan en nuestros cuerpos
fueron perdonados por un nuevo día.
V
Un hombre se acuesta sobre la palabra
va a construir el ascenso o la caída a un túnel
Un túnel de viento
enterrado en el aire
o en el farragoso abrazo de tierra y líquido
Sobre el túnel se levantan alambradas
donde cada día
un pájaro negro
limpia el aire enrarecido por los camiones
que entran y salen del complejo militar
Este hombre iza un astro sobre el hoyo
el astro nunca cae nunca llega hasta sus manos
El hombre sólo conoce de cuerdas y ventanas
de días y locura
a veces recuerda cierto sabor de astro
y limpia las hojas de un arbolito enano
regalo de la exposición bonsai
El pájaro tiene llagas en los pies
y cáncer en los pulmones
Pesa tanto como la euforia de reconocerse en otra cosa
No influye en la red o alambrada que siempre detienen
nuestros pasos
no influyen ni el ruido ni el olor del pájaro
ni ese sabor de astro junto a la lengua y la palabra
El hombre mantiene siempre tensa la cuerda
¿quién puede descansar un momento?
y limpiar los árboles que anuncian las llagas
de nuestros días
Por favor detenme la cuerda
¡no dejes que el astro caiga!
mientras riego el bonsai
y guardo el pájaro negro
en el estuche del corazón
para exponerlo mañana muy temprano
antes de que salgan los camiones
VI
Los odios abandonan sus armamentos
antes de entrar a nuestra casa
y llegan como virtudes recién descubiertas
o lagartos a los que hubieran cortado sus lenguas
Lavo mi corazón como un ave que mide
cada paso de su vuelo
y no se atreve a pasar ante la lluvia
De la reunión de nuestras entrañas
brota un pájaro que tú bebes cada día
Cuando recojo tu nombre
de la arena que nos sitia
temo arrancar las flores que se despedazan por alcanzarte
¡Tu nombre es un grito muy poderoso!
¡su memoria me habita y hace posible!
su conjuro ordena los llantos del mundo
La casa desearía ser sorda
no escuchar
la fragua donde ardemos
y reproducimos la textura de un ave en su vuelo
Nos unimos en una sombra
donde el día se agacha
a besar nuestros cuerpos
VII
Entre los dos
un puente es la calma saciada del abismo
Entre los dos
el próximo segundo durará el doble de lo eterno
Donde se encuentran nuestras soledades
allí el océano reconcentra su lumbre
Tu cuerpo
el cuerpo de todos los hombres y mujeres de la tierra
al fin reunidos
Mi cuerpo
animal solitario se somete a la paz
como trofeo de guerra o viento luminosos
reaparece de los océanos petrificados
y del columpio inverosímil de la tierra
Si me levanto y no te encuentro
cuántas semillas ladrillos o bocas
prenderán su sombra ardiente entre nosotros.
VIII
¡Silencios! Increíbles árboles de silencio
con su casa afanada su rito inconforme
De la noche
¿se interpondrán otras noches
con miles de miedos de distintos tamaños?
Un sol que no existe
¡nadie nos sujeta!
Nos propagamos como la luz
Esta claridad se la puede arrancar
de todas las mantas que nos ocultan
¡seremos desnudos y arrasadores!
Alguien más inmemorial a mis pasos
ocupa el lugar sin escribir de mi nombre
donde el aire no se atreve a su faena
y la lengua ¡hogueras de saliva!
repite su saber infinito y el flagelo sin cansancio
en la tregua que es la boca
Las soledades no se atreverán aquí
En el viento no distingo la velocidad
Un consorte menos noble que todos los [olxxxxx contax]]
es el único destino al cual someterse
el reimplantar de mi hambre y de mi sed
Echan ya sus hierros las nieves en la fogata de las temperaturas
Bajo los árboles desmenuzados para servirnos como chozas
cobijamos un fruto tenaz que la luz sostiene en su clima
Quienes reconozcan el aliento pegajoso de nuestras huellas
o su naranja dura
como jaulas o almohadones abandonados contra el tráfico
se atreverán sobre la medida inconclusa de los surcos
Aquí se puede pesar la luz
Amor que represento en ti
y en cada rostro que te representa
IX
Mi sed durará el tamaño confuso de la noche
como un desierto que descansará la mirada
Todos tienen un cielo de edades inconcebibles
¡lástima del que no tiene de qué guarecerse!
No conozco la medida de hierro de la próxima lluvia
Todos los cielos del día se prolongaron a abrazarnos
y vernos crecer
El sol es un presentimiento tras nuestra mirada
sólo la claridad lo permite entre nosotros
la hierba ha crecido gigante desde el último beso
Los distintos nombres con que nos encontramos
bajo las cosas que desaparecen
y se reconstruyen a cada instante
nos auguran y preceden
¡Nadie nos sujete!
Nos propagaremos como la luz
Si me acuesto y no estás
cuantas semillas ladrillos o besos
prenderán su sombra ardiente entre nosotros
En tu cuerpo
se encuentran
todos los hombres y mujeres de la tierra
al fin reunidos.
Victor Manuel Villegas Romero