Qué lejos del amor estoy, qué ausente
de su fontana azul y de su nido.
Sólo queda este tiempo ya perdido
sin oír su canción adolescente.
Qué lejos de la tibia luz. Al frente
el paisaje se tiende sin sentido
y el alma navegando en el olvido
va buscando su ruta inútilmente.
Qué lejos del amor y su campana
asumiendo el perfil de la mañana
cuando estaban mis ojos como espejos.
Ah, si sólo la paz me devolviera…
Pero es tarde para otra primavera.
¡Qué lejos del amor estoy, qué lejos!
Gonzalo Espinel Cedeño
guayaquileño; 1937-2019