(que viendo unas poesías del autor, dijo que eran ajenas)
Miraste mis poesías,
y tu envidia mortal de ardores llena
dijo que no eran mías,
sino parto feliz de pluma ajena:
así lo dijo, pero no me admira
que la envidia dé cuerpo a la mentira.
Con ocultos esfuerzos
a algunos simples persuadir previenes
que han tenido mis versos
catorce padres como tú los tienes;
más sabe que es, aunque tu furia ladre,
Miraste mis poesías,
y tu envidia mortal de ardores llena
dijo que no eran mías,
sino parto feliz de pluma ajena:
así lo dijo, pero no me admira
que la envidia dé cuerpo a la mentira.
Con ocultos esfuerzos
a algunos simples persuadir previenes
que han tenido mis versos
catorce padres como tú los tienes;
más sabe que es, aunque tu furia ladre,
más honrada mi musa que tu madre.
¿Acaso no has sabido
de mi instrumento la dulzura? ¿acaso
ignoras que yo he sido
de los aires dulcísimo embarazo,
adornando mis sienes oficiosa
de bella Dafne la esquivez frondosa?
¿Ignoras, dime, ignoras
que al eco de mi lira se suspenden
las aves, que canoras
el ceño verde del Parnaso atienden,
y que escuchan mi hechizo peregrino
tejiendo el aire en éxtasis divino?
¿No sabes que ha sonado
mi dulce voz en uno y otro polo,
y que he sido envidiado
de los cisnes tal vez, tal vez de Apolo?
¿No sabes, Zoilo, que produce en suma
sublimes partos mi fecunda pluma?
Pues si esto has conocido,
si tú no ignoras mi divina musa,
¿cómo, cómo, atrevido,
así tu lengua contra mí se aguza?
Pero es tu envidia tan villana y ciega,
que aunque ve la verdad, la verdad niega.
Tú, sí, que cuando escribes,
en vez de pluma, mueves bien las uñas,
y así, Zoilo, concibes
que hurtan los otros cuando tú rasguñas,
porque todo ladrón con viles modos
se persuade que son ladrones todos.
Tú, sí, que algunas veces
que al parto pones a tu ingenio corto,
al cabo de seis meses,
por ser sin tiempo, pares en aborto,
aborto que, en su traza y fealdad rara,
es propia imagen de tu ingenio y cara.
Tú, sí, que sólo aciertas
a formar unas coplas desiguales,
¿Acaso no has sabido
de mi instrumento la dulzura? ¿acaso
ignoras que yo he sido
de los aires dulcísimo embarazo,
adornando mis sienes oficiosa
de bella Dafne la esquivez frondosa?
¿Ignoras, dime, ignoras
que al eco de mi lira se suspenden
las aves, que canoras
el ceño verde del Parnaso atienden,
y que escuchan mi hechizo peregrino
tejiendo el aire en éxtasis divino?
¿No sabes que ha sonado
mi dulce voz en uno y otro polo,
y que he sido envidiado
de los cisnes tal vez, tal vez de Apolo?
¿No sabes, Zoilo, que produce en suma
sublimes partos mi fecunda pluma?
Pues si esto has conocido,
si tú no ignoras mi divina musa,
¿cómo, cómo, atrevido,
así tu lengua contra mí se aguza?
Pero es tu envidia tan villana y ciega,
que aunque ve la verdad, la verdad niega.
Tú, sí, que cuando escribes,
en vez de pluma, mueves bien las uñas,
y así, Zoilo, concibes
que hurtan los otros cuando tú rasguñas,
porque todo ladrón con viles modos
se persuade que son ladrones todos.
Tú, sí, que algunas veces
que al parto pones a tu ingenio corto,
al cabo de seis meses,
por ser sin tiempo, pares en aborto,
aborto que, en su traza y fealdad rara,
es propia imagen de tu ingenio y cara.
Tú, sí, que sólo aciertas
a formar unas coplas desiguales,
y más toscas, en fin, que tus modales,
sin que puedan pulirlas a porrazos
ni ochenta escoplos con ochenta mazos.
Tú, sí, que persuadido
de que el que miente es poeta verdadero,
por ser poeta aplaudido
has dado en ser grandísimo embustero,
y según tú lo juzgas y lo sientes,
siempre haces versos porque siempre mientes.
Y así, Zoilo, derrama
contra mí tu mentira, que entre tanto
el eco de mi fama
irá creciendo al grito de mi canto;
miente cuanto quisieres, pues no viene
a quitar el honor quien no lo tiene.
Di que sólo prevengo
engañar con mis versos a algún bobo,
pues aquellos que tengo
me los soplan tal vez, tal vez los robo;
pero advierta tu envidia que, si aprieta,
a su costa verá si soy poeta.
Juan Bautista Aguirre, S.J.
dauleño; 1725-1786
sin que puedan pulirlas a porrazos
ni ochenta escoplos con ochenta mazos.
Tú, sí, que persuadido
de que el que miente es poeta verdadero,
por ser poeta aplaudido
has dado en ser grandísimo embustero,
y según tú lo juzgas y lo sientes,
siempre haces versos porque siempre mientes.
Y así, Zoilo, derrama
contra mí tu mentira, que entre tanto
el eco de mi fama
irá creciendo al grito de mi canto;
miente cuanto quisieres, pues no viene
a quitar el honor quien no lo tiene.
Di que sólo prevengo
engañar con mis versos a algún bobo,
pues aquellos que tengo
me los soplan tal vez, tal vez los robo;
pero advierta tu envidia que, si aprieta,
a su costa verá si soy poeta.
Juan Bautista Aguirre, S.J.
dauleño; 1725-1786