Tal vez dirán mañana que un poeta
de lento paso y de perfil austero,
murió sin conocer que era extranjero
en la centuria de la luz inquieta.
Tal vez sabrán mañana de un esteta
que con la música pintó un lucero,
que del amor equivocó el sendero
y de su siglo despreció la meta.
Dirán que estuvo mágico su verso
y que el nuevo reloj del Universo
no andaba con el tiempo de su canto.
Tal vez su voz olvidarán un día…
Y siempre tendrá tiempo la armonía
y siempre habrá más tiempo para el llanto.
Gonzalo Espinel Cedeño
guayaquileño; 1937-2019