Rosca de Reyes

Detrás del paso de la estrella
van los tres sabios con sus ofrendas.
Con el oro para el rey va Melchor,
Gaspar lleva incienso, con fervor,
y Baltasar, de alma perfecta,
va presto detrás, con las maletas.

Melchor habla: «¿Qué llevas, Baltasar?
¿Oro o incienso vas a ofrendar?».
—Para Dios o para Rey, lo vuestro,
yo llévole algo más ameno.
—dice ya dejándolos en vilo
el mago que viene de Egipto.

Calmado el rey negro respira:
«Lo que yo traje se llama mirra».
—¿Qué es eso? —les pregunta Gaspar
—Es algo que sirve para callar;
¿qué mas te da? —dice el Rey mayor
y todos se callan ante Melchor.

Cruzando el Mediterráneo
Dice Gaspar, dejando el remo:
«¿Por qué traemos tanto carbón?
¿Y por qué sólo voy al remo yo?»
—Tú remas más bonito callado
—sentencia locuaz Melchor el blanco.

Conversa el rojo con el negro
inquisitivo, pero muy quedo:
—¿Y este recorrido tan largo?
—Es que somos más reyes que magos.
—¿Por qué no tenemos quien nos reme?
—Pues somos más humildes que reyes.

Cerca de las puertas de Belén
se recorre el rumor que son tres
y sendos presentes ellos traen.
Van tras esa estrella que yace
sobre aquel humilde pesebre
donde les espera Dios, alegre.

Y cuando al niño al fin lo ven
atento les saluda José.
Su don le ofrece el fiel Melchor:
«Es de Atenas el Oro mejor».
—Incienso para un Dios celebrar
—adjunta presto el indio Gaspar.

José que bien ya ha percibido
que uno ha desaparecido
pregunta por el Rey de Egipto
y le dicen sin algún decoro:
«pues detenido se fue el moro
por haber querido traer opio.»

6 de enero de 2016