A cuenca

Patria mía, tu quena, no tu lira,
da a tu cantor, que en yaravíes sueña;
quiero tu voz que llora entre la breña,
cuando en el Ande azul el sol expira.

Tu quena pastoril, trenando, inspira
su égloga al río, amante de la peña:
en cada aurora un nuevo amor diseña
y en cada tarde un viejo amor suspira.

En ti no se oye al ruiseñor que llora
caballerescos, clásicos amores:
tuyo el jilguero que en la rubia aurora

entona su cantar, al ver las flores;
él me dice en su trino, ebrio de pena,
que al Azuay se le canta con la quena.

José María Astudillo Ortega
cuencano; 1896-1961