Sigue dolientemente por el jardín

Sigue dolientemente por el jardín… Tus rizos
ondulan como el diáfano cendal de mis quimeras;
y tus ojos, que se abren como dos paraísos,
tienen todo el prodigio de las adormideras.

Sigue dolientemente… La tarde es un tesoro
y el jardín una alfombra de jazmines caídos…
No quiero que al milagro de tu belleza de oro
se despierten en mi alma crepúsculos dormidos.

Sigue por el jardín… Está cayendo el día…
Sigue hasta que se pierda tu inefable silueta
bajo el azul sin nombre de mi melancolía…

Que yo, como un romántico, besaré mis dolores
y tendré la locura de sentirme poeta
cuando caiga la tarde sobre el jardín sin flores.

José María Egas
mantense; 1896-1982