Después

Se extinguirán mis años, ardiendo como cirios…
a tus plantas; las rosas
de mis sueños, mustias por los días,
regarán a tus pies sus difuntas corolas.

Y habrá un sol que ilumine
mi cuerpo –ya sin alma–, negra copa
vacía de una esencia de infinito… y el sueño
será definitivo…

¡Pero, entonces, tú sola,
releyendo los versos en que me llamo tuyo,
mis besos, hechos llanto, sentirás en la boca
y escucharás, de súbito, reteniendo tus lágrimas,
una voz que te llama, despacito, en la sombra…

Medardo Ángel Silva
guayaquileño