Guayaquil 72

A lomo de cemento
cuadriculadamente avanzas
hacia los blancos nidos de la lluvia.

Esqueletos de hierro
oxidarán la patria de las aves.

Trepas, sigues trepando
entre la rectitud de la plomada.

El agua baja
y la ciudad se empina.

Guayaquil, te recuerdo
buscando el mar con pasos de madera.

Ardiendo, ardiendo, ardiendo,
roja de incendios, negra de cenizas.

Pero ahora,
estirada en el tiempo por las aplanadoras,
orientada en ti mismo
por los cambiantes ojos del semáforo,
te levantas vestida de hormigón
y te acuestas de caña.

Fernando Cazón Vera
quiteño; 1935-