¡Se hunde el rayo en el clarín sonoro!
¡Se extiende el paso [dexxando] gloria!
¡Y se alzan las columnas de la Historia
clamando, Guayaquil, por tu deceso!
Minerva irrumpe cual sutil meteoro
y Marte va cantando con euforia,
sin otro acero para tal victoria
que el filo azul de tu estandarte de oro.
Se empina el alma y el desdén se humilla.
Ya todos los blasones de Castilla
se inclinan ante el sol de tu realeza.
Y eternamente asciende como un Credo,
la pluma aventurosa de tu Olmedo
prendida al vuelo azul de tu grandeza.
Gonzalo Espinel Cedeño
guayaquileño; 1937-2019