Del Pichincha en las faldas recostada,

Del Pichincha en las faldas recostada,
bella Quito, princesa encantadora,
con tus verdes colinas apoyada
y templos de oro en los que a Dios se adora.

El que tus cúpulas y torres mira
museos y palacios, siente anhelo
inmenso, incontenible, y sólo aspira
a encaramarse al verdadero cielo.

Pero, aun estando allí, todo dichoso,
cual si no le bastara el infinito,
pone el dedo en la frente, y luego, airoso
en el célico suelo hace un huequito,
al que, postrado, aplica el ojo ansioso
y ve contento la ciudad de Quito.

atribuido a García Moreno por Severo Gómezjurado

Gabriel García Moreno
guayaquileño; 1821-1875

Enviato por Wil Torres