Memento mori

No morimos de golpe,
morimos por pedazos,
morimos por instantes.
Primero es el cordón umbilical,
luego el diente de leche,
la amígdala, el uñero;
por células, por órganos
imperceptiblemente vamos feneciendo.
De afección consuntiva
se muere la inocencia;
cada mañana en el lavabo
se tronchan fulminados los cabellos
y entre gravámenes y fechas
nos llega el exterminio.
La piel, a fuego lento,
comienza a derrengarse.
Al principio es una millonésima de parte,
luego la décima,
la tercera,
después es invasiva, incontenible
hasta que se nos hace Zombie el cuerpo.
Vamos así arañando
los días con los dientes.
Luego viene el golpe final,
cae en cama el amor
y nunca vuelve a levantarse.

Euler R. Granda
riobambeño; 1935-2018