Por el sentido deceso de Ángel Oyola

Oyó la triste noticia
el noble coro del cielo
y tronó un claro lamento
que al nuevo Ángel recibía.
Vibra el suelo, conmovido;
de sal se viste la tierra;
sólo se escucha la ausencia
de un timbre elegante y fino:
Es la voz de Ángel Oyola
que no entonará otro himno,
lo deja al pueblo marchito,
llorando a su alma cantora.
se va un grande, un señor,
¡buscaba el cielo un tenor!

Jorge Luis Pérez Armijos
guayaquileño, 1987-