En las exequias de don Carlos Valdivieso Crespo

Siendo viento,
siendo vida,
siendo soplo,
siendo bocanada,
siendo aire,
sencillamente exhalaste.

Siendo música,
siendo vida,
siendo bolero,
siendo timbal,
siendo clave genio,
sencillamente hay silencio.

Siendo ron,
siendo vida,
siendo risa,
siendo son,
siendo todo,
sencillamente todo.

Siendo hijo,
siendo hermano,
siendo padrino,
siendo tío,
siendo padre,
sencillamente padre.
siendo fuiste,
y fuiste lo que quisiste,
lo que te dio la gana de ser,
fuiste incluso humo,
incluso fuego,
incluso ceniza,
incluso tabaco,
fuiste todo,
menos aquel maldito visitante,
que tocó tu puerta,
y tu espalda,
y luego, todo tu cuerpo,
pensando que te derribaría,
pensando que en cualquier momento
sencillamente te llevaría.

Iluso visitante aquel.

Decidiste pelear,
como se pelea en la calle,
a mano limpia,
con la cara alzada,
con total talante.

Ni siquiera pudo arrancarte las canas,
ni tu ceño fruncido,
ni las pecas de tus manos,
es que prácticamente no te hizo nada.
peleaste como siempre peleaste,
con tu voz firme,
con tu mirada impecable,
con tu comentario discreto,
y cuando necesario,
punzante,
peleaste,
con tus dos apellidos por delante,
y la imagen de aquel niño que te dice abuelo,
al que de alguna forma,
de alguna manera,
tienes que decirme cómo explicarle,
cómo explicarte,
cómo seguirte,
cómo,
por favor, dime un último cómo.

Pero volvamos,
volvamos una última vez,
sólo por esta vez,
a lo que fuiste siendo,
a lo que siendo fuiste,
a lo hondo que calaste,
en la existencia de todos:
todos los que sencillamente amaste.

Y los que no también,
derrapaste cuanta virtuosidad existía,
más bravo que una epopeya,
más valiente que el mismo héctor,
que sabiéndose mortal,
no dudó en insultar lo inmortal,
más generoso que cualquiera,
y es que hasta tu propio cuerpo,
tu propia vida entregaste,
siempre por delante un gesto,
siempre antecediéndote un detalle.

Derrapaste la genialidad,
que hoy contigo muere,
y se cuelga en algún racimo,
en algún clavel gestante.

No existió en el mundo,
ser que te busque,
que no haya encontrado
en ti,
todo aquello que necesitase.

Siendo hora,
siendo cronómetro,
siendo segundero,
siendo esfera,
siendo perilla y tiempo,
sencillamente silencio.

Siendo fuiste,
y fuiste verso,
fuiste comparsa,
fuiste zamba,
fuiste o eres,
para mí eres eterno.

Siendo siempre piano,
siendo cuerdas,
siendo pedales,
siendo teclado,
dime por favor cómo te acompaño,
así sea con esta voz,
así sea cantando.

Siendo eres.

Eres mi mejor poema,
mi rapsoda,
mi confidente,
mi hermano.
eres crepúsculo,
eres sueño,
eres viento,
música y ron,
eres lo que quisiste,
incluso hasta inmolarte.

Eres este intento de versos,
menos este cretino desaire.

Eres rapsoda,
incluso siendo huérfano de hijo,
te hiciste padre,
nuestro padre,
mi único y eterno padre.

César Poveda
guayaquileño; 1987