Al año nuevo

¡Niño glorioso! Al resplandor primero
de la luz, vencedora de la noche,
junto al carro del sol viene tu coche
y al soplo fresco del temprano enero.

Todos te aguardan en el mundo entero,
nadie murmura contra ti un reproche
y hasta las flores de virgíneo broche
ábrense a verte, ¡triunfador arquero!

Ven y en torrentes de esplendor derrama
tus dones áureos sobre el ancho mundo
que en fausto y pompa y vanidad gravita.

Ya la feliz humanidad te aclama
y retruena en el ámbito profundo,
en salvas para ti, la dinamita...

César Borja
guayaquileño; 1851-1910