Eugenia

El jardín verde claro. El manzano florido
con parásitas grises. Algunas ramas de una
con sencillez decoran la casa vuelta nido,
el nido tan soñado donde el amor se incuba.

Ella, tras la ventana, mira los campos, sola…
Su amado un nuevo disco pone a girar con miedo,
pues teme que en la música frívola de la vitrola
no se ahoguen bien los gritos que a ratos lanza el tedio.

Ella se desespera y a él le pasa lo mismo.
Con maneras corteses, con prudente mutismo,
van tejiendo las horas ya casi por un mes;

hasta que un día advierten con espanto y locura
que el éxodo triste, grávido de amargura,
en el barco del tedio no son dos sino tres.

Alfonso Moreno Mora
cuencano; 1890-1940