Madre:
La vida enferma y triste que me has dado
no vale los dolores que ha costado;
no vale tu sufrir intenso, madre mía,
este brote de llanto y de melancolía.
¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor
así como agonizan tantos frutos en flor?
¿Por qué cuando soñaba mis sueños infantiles,
en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,
de un ángulo del cuarto no salió una serpiente
que, al ceñir sus anillos a mi cuello inocente
con la flexible gracia de una mujer querida,
me hubiera libertado del horror de la vida…?
¡Más valiera no ser a este vivir de llanto,
a este amasar con lágrimas el pan de nuestro canto,
al lento laborar de dolor exquisito,
del alma ebria de luz y enferma de infinito!
Medardo Ángel Silva
guayaquileño; 8 de junio de 1898 - 10 junio de 1919