En los hombros llevamos, tristemente,
este peso tremendo, esta amargura
de arrastrar nuestro sino, humildemente,
con su fardo repleto de ternura.
Y esta actitud hostil que nos obliga
a doblegar la frente sin alzarla,
con un cansancio cruel que nos hostiga
y nos lanza, febril, a levantarla.
¿Hasta cuándo vivir, si estos días
se nos tira un mendrugo que no alcanza
ni a iluminar las cámaras umbrías?
Hasta cuándo este yugo nos impele
con las manos vacías de esperanza
sin que nada ni nadie nos rebele.
Carmen Acevedo Vega
guayaquileña; 1913-2006
guayaquileña; 1913-2006