Yo no ahogarás en suspiros a la almohada.
Ya no vendrás a arrebatar mi sueño;
dentro de mi rima, de ti no queda nada
y yo tu pensamiento ya no pueblo.
Ya no estará tu nombre en mis delirios
ni mi rima de ti estará al acecho;
ya no estarán tus ojos encendidos
avivando fogatas en mi pecho.
Ya no remendaré con los recuerdos
nuestras horas de ayer, que son de olvido,
no pugnará en el alma algo que ha muerto.
Para mí tu partida no es martirio
porque en el pecho, que de amor fue huerto,
ya la resignación ha florecido.
Antonio Preciado Bedoya
esmeraldeño; 1941
esmeraldeño; 1941